La
sonrisa
Entre
la oscuridad se siente el silencio de las gotas al caer mientras los
ojos enfermo me rodea, no se por que, no debería estar en este
lugar, si soy una mujer inteligente, ordenada ... mi familia me
viene a ver una vez por semana, con lagrimas derrumbándose sobre la
comida -¿cual fue el error?- me hace la misma pregunta, con
vergüenza no respondo.
La luna cae sobre mi, cuando observo el hombro arder, al recordar esa cosa maligna, enferma, pero lo volvería hacer, yo soy una mujer inteligente, capaz, creativa...ordenada.
Al encender el monitor me siento poderosa, como una luz ordenando la agenda de mi jefe, atendiendo los teléfonos, armo los informes con prolijidad, aquí soy fuerte hasta que se presento ella, Andrea Gutiérrez, mi segunda jefa no entiendo, el primer día me saludo con una espantosa sonrisa fría como un yeso anticongelante, al principio no me produjo molestia, pero con el transcurso de los días, empecé a sentir angustia, terminaba el trabajo, ella “marcándome los errores” -pero si el informe es tal cual como lo pidió – nuevamente con su sonrisa siniestra, rompe todas las carpetas arrojándolos, ordena que lo reága, en cambio a mi compañera todo lo contrario, la saludaba con un beso felicitándola por el informe a pesar que estaba lleno errores.
La luna cae sobre mi, cuando observo el hombro arder, al recordar esa cosa maligna, enferma, pero lo volvería hacer, yo soy una mujer inteligente, capaz, creativa...ordenada.
Al encender el monitor me siento poderosa, como una luz ordenando la agenda de mi jefe, atendiendo los teléfonos, armo los informes con prolijidad, aquí soy fuerte hasta que se presento ella, Andrea Gutiérrez, mi segunda jefa no entiendo, el primer día me saludo con una espantosa sonrisa fría como un yeso anticongelante, al principio no me produjo molestia, pero con el transcurso de los días, empecé a sentir angustia, terminaba el trabajo, ella “marcándome los errores” -pero si el informe es tal cual como lo pidió – nuevamente con su sonrisa siniestra, rompe todas las carpetas arrojándolos, ordena que lo reága, en cambio a mi compañera todo lo contrario, la saludaba con un beso felicitándola por el informe a pesar que estaba lleno errores.
Un
día me compre un pañuelo para el cuello de colores, que me hacia
soñar en un viaje en canoa, liberada espantando todo los fantasmas
que embolsaba mi mente, en la esquina me la cruzo, con su mueca, de
ironía hizo un comentarios - ¡que hermoso pañuelo yo compre uno
igual, y se lo regale a mi tía para su funeral!- y se retiro.
Al
llegar, a la oficina, lo primero que hice es tirar el pañuelo al
tacho de la basura, con rabia, al caminar cuando la soledad
anochece, su sonrisa se reflejas por las grieta de la calle, me senté
y me di cuenta una cosa muy importante...
Al día siguiente, esa sonrisa empezó a reflejarse bien temprano en mi teléfono - hola soy Andrea, bueno te quería informar que mi secretaria se fue de vacaciones, y le dije al señor Vázquez que vos la remplazarías, te lo iba a comunicar ayer por la tarde para que te organices, pero me olvide... te espero en treinta minutos- con todo mi esfuerzo, me levante salí para allá, pasaron las horas con el doble de trabajo, confirme mi teoría fatal.
Al día siguiente, esa sonrisa empezó a reflejarse bien temprano en mi teléfono - hola soy Andrea, bueno te quería informar que mi secretaria se fue de vacaciones, y le dije al señor Vázquez que vos la remplazarías, te lo iba a comunicar ayer por la tarde para que te organices, pero me olvide... te espero en treinta minutos- con todo mi esfuerzo, me levante salí para allá, pasaron las horas con el doble de trabajo, confirme mi teoría fatal.
Cuando
empezó a cae la noche, mis compañeros se fueron a sus casas, suena
teléfono,
entre
a su oficina, esa sonrisa asquerosa, apoyada en mis ojos y mente,
Andrea empezó
a
criticar lo del día, que esto que lo otro, todo el tiempo, sin
parar, su sonrisa seguia martillando con reclamos, quejas, apuñalando
mi paciencia hasta que mis nervios estallaron, que me arroje sobre de
ella, ahorcándola le corte los labios y salí del lugar, me senté
en mi escritorio, al rato entra la policía me observaron que estaba
mi rostro estaba manchado de sangre, cuando me esposaron me
preguntaron “por que había hecho eso”, -bueno- le conteste
-estaba en peligro- de mi bolsillo saque sus labios y le dije -ella
estaba sufriendo mucho de su sonrisa, y si yo no hacia algo la iba a
dominar... en su mirada pedía ayuda y la ayude-.Pasaron 10 meses que estoy acá pero gracias a mi capacidad y valentía, le salve la vida a mi jefa... la salve de su sonrisa
Un relato de humor negro muy recomendable para empleados oprimidos.
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