La
venganza del juez condenado
En esta tormenta pesada de color a miedo-frasco gris, hoy es
el día. Se que anda rondando por esta zona. Debo estar preparado, aun tengo el
olor a almas perdidas desde que incendie
el cementerio para que no regresen de su putrefacción.
No me importa que
suceda, he estado siempre en las puertas del infierno y nunca me han invitado a
entrar, cuado realizo la justicia, todas las noches cabalgo en mi caballo
teniendo la parca de mi lado, voy por las escorias sombrías que invaden mi aldea, su niebla de infertilidades,
penetra sobre los abismos de mi cuerpo que me llevan siempre a sus escondites,
que ironía siempre los atrapo comiéndose a sus presas que fueron antes hermanos
míos, los amordazo para su juicio, desde allí penetro sus figuras en los témpanos
polares de su destino, si sobreviven…
serán ahorcado y sus gusanos son devuelto al mismo demonio, pero sino… estoy
conforme por que he llevado un alma al paraíso
Llego el momento, esta vez seré unos de los cinco jueces que
decida si siguen en el reloj de la vida, con esto guantes soy cristo, el
verdugo de esas serpientes de las dimensiones del inframundo. Pensar que me
cuidaba de pequeño y ahora me observa
con sus pupilas al igual que el temor cadavérico debajo de la luna, en fin ya prepare el viejo martillo de mi
padre siempre me decía – cada bruja que ahorcas es una flor que bebe el otoño-.
Bueno llego la hora, solo una tengo que condenar a la
orilla de la muerte, seré rápido y
directo, mirare esa hechicera, la mirare a los ojos, me despediré mi madre y
llegare temprano a dormir.
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