miércoles, 11 de julio de 2018

Paco Granados

                                                        
                               

MALDITA NOCHE


Comenzaba una nueva semana, Carlos y Marcos ya se habían despedido de sus familias y no sabían cuando volverían a verlas. Se dedicaban a conducir caminones con mercancía peligrosa, y siempre tardaban una semana en volver.
Carlos tenía dos hijos, un niño y una niña. Marcos aún no tenía pero estaba deseando ser padre, pero las circunstancias no le habían permitido aún el poder serlo.
Carlos y Marcos solían quedar en un bar de carretera para tomar café y hablar de las rutas que les había tocado a cada uno. Marcos acababa de llegar a la empresa y Carlos le ayudaba en todo lo que podía, pues eran muy buenos amigos. Marcos le estaba muy agradecido Carlos, fue él que el que le consiguió el trabajo de camionero, algo que a Marcos le fascinaba. Su gran ilusión siempre fue poder conducir un camión, aunque la empresa no estaba pasando por sus mejores momentos, y el cansancio hacia mella en ellos. Echaban muchas horas de conducción a la semana.
Marcos se despidió de Carlos tenía una ruta bastante larga y quería llegar temprano a su destino. Carlos le indicó que más tarde saldría él. Habían pasado un par de horas desde que salió del bar y Carlos le hizo una llamada perdida a Marcos. Los dos habían acordado unas contraseñas para indicarse el uno al otro que se encontraban bien. Marcos respondió con otra llamada perdida. Se hablaron por la emisora del camión para despedirse. Siempre usaban la misma frase.

  • Pronto nos vemos. No te duermas”

Pasados unos kilómetros, Marcos comenzó a sentirse mal. Al mirar hacia el arcén, le pareció ver a un hombre que le hacía indicaciones para que redujera la velocidad, pero Marcos hizo caso omiso. Parecía que la carretera estaba tranquila, pues no había tráfico y además aquel hombre no llevaba chaleco protector, ni nada parecido. Marcos siguió su camino… De pronto vio como dos furgonetas chocaban al finalizar la recta. Marcos intentó reaccionar frenando el camión. No sabía qué hacer, había perdido el control del camión. Se estaba acordando del hombre que había visto en la carretera y que le había indicado con antelación que aminorase la velocidad. En aquel momento se escuchó un gran impacto… “Pfffffff” En ese momento se hizo el silencio en aquel lugar.
Carlos que iba a unos cuantos kilómetros de distancia, al llegar al sitio comenzó a ver un alboroto de gente concentrado en medio de la carretera.




  • Qué habrá pasado…”

Al llegar al lugar, se encontraba la guardia civil haciéndole señales para que parara. Le indicaron que no podía seguir, porque había habido un accidente. En ese momento Carlos decidió llamar a Marcos para comprobar si se encontraba allí o había seguido su camino… Volvió a hacerle la llamada, pero Marcos no respondía…
Carlos decidió aparcar el camión en medio de la carretera y se bajó para comprobar qué es lo que había sucedido. Mientras iba acercándose por su cuerpo estaba teniendo una sensación un tanto extraña, que nunca había sentido. De repente alguien le tocó su hombro y al girarse se dio cuenta de que detrás de él no se encontraba nadie.
Al llegar al lugar del accidente, se dio cuenta de que el camión de Marcos estaba allí parado, y en el suelo ahí estaba él. El cuerpo de Marcos yacía en el suelo totalmente destrozado por el accidente. Se había chocado contra otro camión y la guardia civil había tenido que sacarle de la cabina del conductor, con bastante dificultad, pues lo único que había era un amasijo de hierros y muchos cristales. Carlos no podía creer que su amigo hubiera muerto… Poco tiempo después de asimilar el accidente, Carlos comenzó a pensar como había podido chocar Marcos contra el otro camión, si iba por una recta bastante larga, se lo preguntaba una y otra vez.
Habían pasado varias semanas desde el entierro de Marcos y Carlos se encontraba aún bastante hundido por el suceso. A Carlos no se le olvidará la última imagen de su amigo Marcos yaciendo en el suelo. Aquella fue una maldita noche que jamás olvidará, pero tenía que seguir adelante por su familia.
Carlos se había tomado un tiempo de descanso para despejarse de todo lo sucedido. Al volver al trabajo, le resultaba muy difícil tener que volver a conducir el camión, pero cuando subió a la cabina se llenó de una gran paz y tranquilidad. Comenzó su ruta mucho más tranquilo. Pero al llegar al lugar donde Marcos falleció empezó a ponerse nervioso… De pronto el móvil de Carlos recibió una llamada perdida, que no tenía número de registro. A Carlos le extrañó y a los pocos segundos escuchó por la emisora del camión “Tranquilo, no te duermas”.
Carlos pensaba que todo aquello era fruto del cansancio y decidió parar para descansar en un área de servicio cercana que había por allí. Antes de poder aparcar el camión comenzó a sentir un frío intenso por todo el cuerpo. Los cristales del camión empezaron a empañarse y la radio comenzó a sonar sola y a cambiar de canal. Carlos no entendía nada, y al mirar a su lado, ahí estaba Marcos mirándolo sonriente. Carlos estaba tan abrumado, que no sabía si salir corriendo y pisar el acelerador del camión, o quedarse allí quieto e inmóvil y ver qué sucedía. En ese instante Marcos le habló…


  • No tengas miedo, tranquilo. Yo estaré aquí siempre para ayudarte”

En ese momento Marcos desapareció entre la oscuridad, y desde aquella noche Carlos nunca viaja solo.

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