MALDITA
NOCHE
Comenzaba
una nueva semana, Carlos y Marcos ya se habían despedido de sus
familias y no sabían cuando volverían a verlas. Se dedicaban a
conducir caminones con mercancía peligrosa, y siempre tardaban una
semana en volver.
Carlos
tenía dos hijos, un niño y una niña. Marcos aún no tenía pero
estaba deseando ser padre, pero las circunstancias no le habían
permitido aún el poder serlo.
Carlos
y Marcos solían quedar en un bar de carretera para tomar café y
hablar de las rutas que les había tocado a cada uno. Marcos acababa
de llegar a la empresa y Carlos le ayudaba en todo lo que podía,
pues eran muy buenos amigos. Marcos le estaba muy agradecido Carlos,
fue él que el que le consiguió el trabajo de camionero, algo que a
Marcos le fascinaba. Su gran ilusión siempre fue poder conducir un
camión, aunque la empresa no estaba pasando por sus mejores
momentos, y el cansancio hacia mella en ellos. Echaban muchas horas
de conducción a la semana.
Marcos
se despidió de Carlos tenía una ruta bastante larga y quería
llegar temprano a su destino. Carlos le indicó que más tarde
saldría él. Habían pasado un par de horas desde que salió del bar
y Carlos le hizo una llamada perdida a Marcos. Los dos habían
acordado unas contraseñas para indicarse el uno al otro que se
encontraban bien. Marcos respondió con otra llamada perdida. Se
hablaron por la emisora del camión para despedirse. Siempre usaban
la misma frase.
-
“Pronto nos vemos. No te duermas”
Pasados
unos kilómetros, Marcos comenzó a sentirse mal. Al mirar hacia el
arcén, le pareció ver a un hombre que le hacía indicaciones para
que redujera la velocidad, pero Marcos hizo caso omiso. Parecía que
la carretera estaba tranquila, pues no había tráfico y además
aquel hombre no llevaba chaleco protector, ni nada parecido. Marcos
siguió su camino… De pronto vio como dos furgonetas chocaban al
finalizar la recta. Marcos intentó reaccionar frenando el camión.
No sabía qué hacer, había perdido el control del camión. Se
estaba acordando del hombre que había visto en la carretera y que le
había indicado con antelación que aminorase la velocidad. En aquel
momento se escuchó un gran impacto… “Pfffffff”
En
ese momento se hizo el silencio en aquel lugar.
Carlos
que iba a unos cuantos kilómetros de distancia, al llegar al sitio
comenzó a ver un alboroto de gente concentrado en medio de la
carretera.
-
“Qué habrá pasado…”
Al
llegar al lugar, se encontraba la guardia civil haciéndole señales
para que parara. Le indicaron que no podía seguir, porque había
habido un accidente. En ese momento Carlos decidió llamar a Marcos
para comprobar si se encontraba allí o había seguido su camino…
Volvió a hacerle la llamada, pero Marcos no respondía…
Carlos
decidió aparcar el camión en medio de la carretera y se bajó para
comprobar qué es lo que había sucedido. Mientras iba acercándose
por su cuerpo estaba teniendo una sensación un tanto extraña, que
nunca había sentido. De repente alguien le tocó su hombro y al
girarse se dio cuenta de que detrás de él no se encontraba nadie.
Al
llegar al lugar del accidente, se dio cuenta de que el camión de
Marcos estaba allí parado, y en el suelo ahí estaba él. El cuerpo
de Marcos yacía en el suelo totalmente destrozado por el accidente.
Se había chocado contra otro camión y la guardia civil había
tenido que sacarle de la cabina del conductor, con bastante
dificultad, pues lo único que había era un amasijo de hierros y
muchos cristales. Carlos no podía creer que su amigo hubiera muerto…
Poco tiempo después de asimilar el accidente, Carlos comenzó a
pensar como había podido chocar Marcos contra el otro camión, si
iba por una recta bastante larga, se lo preguntaba una y otra vez.
Habían
pasado varias semanas desde el entierro de Marcos y Carlos se
encontraba aún bastante hundido por el suceso. A Carlos no se le
olvidará la última imagen de su amigo Marcos yaciendo en el suelo.
Aquella fue una maldita noche que jamás olvidará, pero tenía que
seguir adelante por su familia.
Carlos
se había tomado un tiempo de descanso para despejarse de todo lo
sucedido. Al volver al trabajo, le resultaba muy difícil tener que
volver a conducir el camión, pero cuando subió a la cabina se
llenó de una gran paz y tranquilidad. Comenzó su ruta mucho más
tranquilo. Pero al llegar al lugar donde Marcos falleció empezó a
ponerse nervioso… De pronto el móvil de Carlos recibió una
llamada perdida, que no tenía número de registro. A Carlos le
extrañó y a los pocos segundos escuchó por la emisora del camión
“Tranquilo,
no te duermas”.
Carlos
pensaba que todo aquello era fruto del cansancio y decidió parar
para descansar en un área de servicio cercana que había por allí.
Antes de poder aparcar el camión comenzó a sentir un frío intenso
por todo el cuerpo. Los cristales del camión empezaron a empañarse
y la radio comenzó a sonar sola y a cambiar de canal. Carlos no
entendía nada, y al mirar a su lado, ahí estaba Marcos mirándolo
sonriente. Carlos estaba tan abrumado, que no sabía si salir
corriendo y pisar el acelerador del camión, o quedarse allí quieto
e inmóvil y ver qué sucedía. En ese instante Marcos le habló…
-
“No tengas miedo, tranquilo. Yo estaré aquí siempre para ayudarte”
En
ese momento Marcos desapareció entre la oscuridad, y desde aquella
noche Carlos nunca viaja solo.
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