Relatan algunos habitantes que hace tiempo solía verse a un hombre sin párpados deambular por los vagones de la línea de ferrocarril Mitre. Numerosos testimonios daban cuenta de que siempre subía o bajaba del tren en la Estación Coghlan. Sobre su aspecto circulaban distintas explicaciones. Según algunos, se trataba del alma de un muerto que se había suicidado arrojándose a las vías. Según otros, era un hombre de la zona que al momento de morir padecía una terrible infección ocular. Más allá de estas discrepancias, todavía muchos vecinos del lugar buscan en el andén los ojos del hombre sin párpados, a los que se le atribuyen poderes mágicos.
Sucede en las calles de Buenos Aires, una de las urbes más populosas de América del Sur. Una persona camina tranquilamente por aquí o por allá, generalmente a altas horas de la noche, cuando se topa con una extraña figura que parece seguirlo, aunque en forma errática. Cuando la extraña figura se acerca, el transeúnte nota que se trata de un hombre, de quien al principio no distingue peculiaridad alguna.
No obstante, luego de algunos instantes de
nerviosa observación, el caminante comprueba que se ha dado de
narices con el escalofriante hombre sin párpados.
¿Quién o qué cosa es el hombre sin párpados?
Una antigua leyenda
urbana lo señala como un hombre con un defecto
congénito, privado de sus párpados al nacer. Su familia,
supersticiosa en extremo, creyó que el bebé sin dudas era el
producto de alguna operación satánica,
y decidió deshacerse de él. A pesar de este acto de crueldad, de
algún modo la criatura se las arregló para sobrevivir, y deambula
hoy por las calles de Buenos Aires con aire de verdadera tristeza en
sus ojos.
Las apariciones del hombre sin párpados pueden
darse a cualquier hora del día, aunque son más frecuentes a la
madrugada o durante una noche cerrada. El contacto con este
misterioso sujeto no provoca daño alguno: todas las personas que han
afirmado haberse encontrado con él sostienen que no intenta un
ataque, ni provoca más alteraciones entre quienes lo observan que el
miedo ante su figura.
Suele estar vestido de una forma humilde, a veces
con ropas raídas y zapatos ruinosos; no es imposible que al
principio sea confundido con una persona que vive en las calles.
Jamás habla ni articula sonido alguno, tan sólo mira fijamente a
los ojos de la persona a la que se ha acercado, como queriendo que
ésta note su desgracia o su sufrimiento. Suele acompañar a quien lo
ve durante algún tiempo, para después cambiar abruptamente de
dirección y desaparecer en la lejanía.
Existe una característica en el hombre sin
párpados que responde perfectamente al misterio de las leyendas
urbanas: sólo puede verlo aquella persona a la que ha elegido
acercarse: cuando aquéllos que tienen la oportunidad (no diremos la
desgracia ni la dicha) de encontrarse con él se alarman por su
presencia e intentan pedir socorro a los demás paseantes con quienes
se cruzan por la calle, sólo obtienen como respuesta la misma alarma
y la misma perplejidad que ellos sienten, ya que únicamente ellos
pueden observarlos. Para un transeúnte común, el alarmado caminante
elegido por el hombre sin párpados gesticula inexplicablemente sin
motivo alguno. Tal característica hace pensar que el hombre sin
párpados es un fantasma.
Si esta aseveración es correcta, entonces quizás
estemos ante la presencia de un espíritu que ha encontrado la manera
de comunicarse visualmente desde su ubicación en el bajo
astral hasta el plano material en el que
habitamos. Una teoría abunda al respecto (aunque, como veremos poco
más adelante, no es la única): el hombre sin párpados es un poco
conocido psicopompos,
un guía de las almas de los muertos cuya misión es ayudar a los
espíritus de quienes han fallecido recientemente a encontrar su
camino a regiones más etéreas. Sin embargo, esta afirmación es
contradicha por el simple hecho de que no se tiene conocimiento de
que el hombre sin párpados se aparezca a personas que han muerto
recientemente, sino que lo hace a individuos que se hallan vivos y
bastante atemorizados de verlo. Demasiadas contradicciones para esta
afirmación. Otra teoría, que cuenta con algo más de sustento,
sostiene que el hombre sin párpados es la víctima de algún ritual
vudú,
de cuyos responsables y alcances no se conocen mayores precisiones.
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