viernes, 11 de agosto de 2017

Vicente S.Vachss


EL PALACIO HECHIZADO


La hermana de uno de mis mejores compañeros de infancia guardaba reposo en aquella mansión lóbre-ga. Lady Madeline. ¡Cuánto había oído hablar de ella! Decían que sufría de una enfermedad cataléptica. Sentí que todas las fatigas de mi viaje a caballo confluían en mi interior para condensarse en forma de miedo. Un miedo inconcreto, sutil, invasor, que rezumaba de mi alma e iba impregnando todo el cuerpo. Un miedo que se me instalaba en la cabeza, en el corazón, en el estó-mago y aun en las rodillas. Altos muros, figuras amorta-jadas, penumbra, muerte, enfermedad, silencio… se mezclaban en mi imaginación, asociándose, sin saber por qué, a un insistente contrapunto de peladas calaveras. Cerré los ojos. No se me ocurrió protestar, rebelar-me, gritar…, pero la respiración debió de hacérseme inconscientemente acongojada, porque tras la puerta abierta, el criado dijo con voz afable:
―Pase, pase…, el señor Usher está deseando saludarle.
Sin embargo, experimenté el colmo de la soledad y el desamparo.
 
Basado en el cuento «The Fall of the House of Usher» del escritor y poeta Edgar Allan Poe.

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