Legión es su
nombre.
Hoy escuche al hombre que delante de la sala en el umbral balbucea de espalda. Camina, camina por los cuatro ángulos. Se agita, danza, violenta sus carnes.
Lo sentí rasguñando
sus encías.
Corre, corre por
medio de la sala buscando dar golpes
se alarma, marea y
daña sus ojos
no habla, grita
llora su desgracia
las pupilas que
florecieron dejaron caer el iris
sus ojos son negros.
El ciclo que
Copérnico sostuvo en los maderos de Galileo, es el fuego en la llama
del signo en su pecho.
Se evapora el suelo
cuando cruje. La carne se desprende de los huesos mientras late en
shock la luz que condena a los seres a permanecer despiertos. Me
quede quieto
el umbral, el plano…
vi allí sus rostros, el rostro.
Quien ya no camina solloza su suerte mientras en el pastel inconcluso
de la negra y profunda estela, susurran otros el nombre de su amo…
Legión.
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