Has entrado a la biblioteca del Ciclope donde guarda cada libro de monstruos, vampiros, locuras, asesinos, y demás seres que hallas conocidos en los genios de la literatura del terror, misterio y suspensos, ¿pensate que has leído todo? jajaja acompáñenme…
You've
come to the library of Cyclops, where
you keep every book of monsters, vampires, follies, murderers, and
other beings find yourself known in the literary geniuses of terror,
mystery and suspense,? pensate that you have read it? join me ... lol
Detrás de esta puerta secreta, se encuentra unas escaleras, y debajo esta la biblioteca de los libros vivos, nadie se atrevió a bajar es un lugar lleno de temor solo yo puedo bajar, ahí hay libros que se han olvidados por el transcurso de los años, solo se los menciona por simple comentarios, pero nunca mas sean vuelto a leer, eso genero que sus personajes cobren vida y conversan entre si allá abajo.
Escuchas eso son gruñidos hoy serán los primeros en acompañarme, tomen una antorcha, bajemos, esta oscuro y húmedo jajaja miren ahí esta saliendo un libro que esta a punto de leerles…
Behind the secret door is a staircase, and below this the library of living books, no one dared to go down is a fearful place I can only go down, there are books that have been forgotten over the course of the years , mentions only the simple quote, but never more have been reading, that genre that his characters come to life and talk to each other down there.Hear that are grunts today will be the first to join me, take a torch, go down this dark and damp this out there lol look at a book that is about to read
John Ajvide
Déjame Entrar
Oskar, un niño solitario y triste que vive en los suburbios de Estocolmo, tiene una curiosa afición: le gusta coleccionar recortes de prensa sobre asesinatos
violentos. No tiene amigos y sus compañeros de clase se mofan de él y le maltratan.
Una noche conoce a Eli, su nueva vecina, una misteriosa niña que nunca tiene frío, despide un olor extraño y suele ir acompañada de un hombre de
aspecto siniestro. Oskar se siente fascinado por Eli y se hacen inseparables. Al mismo tiempo, una serie de crímenes y sucesos extraños hace sospechar a la
policía local de la presencia de un asesino en serie.
Nada más lejos de la realidad.
( Fragmento de la novela )Blackeberg.
Puede que pienses en trufas de coco, tal vez en drogas. «Una vida ordenada». Te imaginas una estación de metro, extrarradio. Después no hay mucho más que pensar.
Sin duda vive gente allí, como en otros sitios. Para eso se construyó, para que la
gente tuviera algún sitio donde vivir.
No se trata de un espacio que se haya desarrollado de forma natural, no. Aquí
estuvo todo desde el principio planificado al milímetro. La gente tuvo que instalarse en lo que había. Edificios de hormigón en colores ocres esparcidos por el verde.
Cuando esta historia tiene lugar, Blackeberg lleva treinta años existiendo como
población. Podría uno imaginarse un cierto espíritu pionero al estilo del Mayflower;un territorio desconocido. Sí. Imaginarse las casas deshabitadas esperando a sus inquilinos.
¡Y ahí vienen ellos!
Cruzando el puente de Traneberg con el sol en los ojos y sueños en la mirada.
Corre el año 1952. Las madres llevan a sus hijos en brazos, en cochecitos de bebé o dela mano. Los padres no llevan consigo azadas ni palas, sino electrodomésticos y muebles funcionales. Puede que vayan cantando algo. La Internacional tal vez. O Vayamos a Jerusalén, según la forma de ser de cada uno.
Esto es grande. Es nuevo. Es moderno.
Pero no sucedió realmente así.
Llegaron en el metro. O en coches, camiones de mudanzas. Uno a uno. Entraron en los pisos recién construidos llevando consigo sus enseres. Organizaron sus cosas en cajones y repisas de medidas estandarizadas, colocaron sus muebles en fila sobre los suelos de linóleo y compraron otros nuevos para rellenar los huecos.
Cuando terminaron, alzaron la vista y vieron la tierra que les había sido dada.
Salieron de sus portales y se encontraron con que todo el terreno estaba ya repartido.
No podían hacer más que adaptarse a lo que había.
Había un centro. Había amplios parques para los niños. Había extensas zonas
verdes alrededor de las casas. Había zonas peatonales.
—Es un buen lugar —se decían entre ellos alrededor de la mesa de la cocina unos meses después de la mudanza.
—Hemos llegado a un buen sitio.
Sólo faltaba una cosa. Una historia. En la escuela, los niños no podían hacer un
trabajo especial sobre la historia de Blackeberg, porque no la tenía. Bueno, algo había acerca de un molino. Un rey de la pasta de tabaco. Algunos curiosos edificios antiguos a orillas del lago. Pero de todo aquello hacía mucho tiempo y no guardaba relación alguna con el presente.
Donde ahora se alzaban edificios de tres alturas, antes no había más que bosque.
Los misterios del pasado no estaban a su alcance; no tenían ni siquiera una iglesia.
Una población de diez mil habitantes, sin iglesia.
Eso ya dice bastante de la modernidad y racionalidad del lugar. Bastante de lo
ajenos que eran a las calamidades y al terror de la historia.
Lo cual explica en parte lo desprevenidos que estaban.
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