Inexperto
Emiliano
estaba encerrado en su cuarto, miraba las cuatro paredes de blanco.
El
blanco me pone de mal humor.
Uno,
dos, dos, dos, tres ¡no! Otra vez. Uno, dos, dos, tres, tres, tres
¡no! Uno, dos, uno, dos, tres, ¡no!
Las
paredes blancas, son las paredes blancas, me agobian… Ya sé, no
tengo que mirar las paredes.
Uno,
dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, hice el conteo. Ahora debo
golpear 4 veces el piso y decir las palabras.
¡Ahora
el espíritu salvador vendrá hacia mí! Solo tengo que esperar un
instante. (Después de 10 minutos) Siento una presencia dando
vueltas, seguro que el espíritu salvador, ya está acá. Por las
dudas vuelvo a repetir las palabras: ¡TEARON, ISMO, MOT, TUA!
El
espíritu salvador ya debe estar acá. Me tiemblan las manos, las
piernas. Pero estoy tranquilo, estoy tranquilo.
Pero
esa noche ningún espíritu salvador fue hacia Emiliano, sino que se
apareció frente a sus ojos una forma abominable, indescriptible.
Desde
aquel momento nadie volvió a ver a Emiliano, ni sus vecinos, ni sus
familiares, si sus amigos.
Eso
sí, los familiares encontraron, en la habitación de la casa de
Emiliano que estaba vacía y con velas consumidas alrededor, una
grabadora con un cassette puesto. En el cassette estaban grabadas las
palabras de Emiliano. Que son las que conforman este breve relato.
Al
final de la cinta se oían terribles gritos de espanto.
Antes
de que me olvide les voy a contar un detalle: El extraño libro que
Emiliano estaba leyendo, en ningún momento decía que tenía que
repetir las palabras: ¡TEARON, ISMO, MOT, TUA!
Emiliano
quería salvar al mundo de la oscuridad…
¡TEARON,
ISMO, MOT, TUA!
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