miércoles, 12 de noviembre de 2014

Liliana Varela

PROFUNDIDADES DEL ALMA

Sus palabras taladran mis oídos. Aún me parece escucharlo diciéndome que soy estéril, que soy desierto  inhóspito, que nada puede florecer en mí, que no tengo vida interior.
¿Qué sabe de mi alma? ¿Cómo puede vislumbrar lo que mi corazón siente?¿Cómo se atreve a creer siquiera que no tengo sentimientos, que no puedo amar?

No ha llegado a conocerme lo suficiente, ni se ha dado la oportunidad  de aventurarse en mis dominios, de sumergirse en mis profundidades.


Y yo, ilusa, le abrí las puertas del alma y lo proveí de una daga para  que me hiriese a diestra y siniestra.

Cómo pudo siquiera suponer que fuese egoísta, que sólo me importara la  posesión y no el amor; qué  todos mis  sentimientos fuesen un capricho.

¿Sólo por entregarle el corazón para que lo adorara? ¿Sólo por  planificar una vida juntos sin consultarlo? ¿Sólo por pensar que jamás podría  dejarme? ¿Sólo por exigir la incondicional voluntad de sus días?

No ha sabido conocerme. Soy más sensible de lo que él suponía. Por eso  debo desterrarlo de mi mente; no vale lo suficiente mi sufrimiento.

  El cadáver del hombre quedó tendido en la calle, junto al dintel de la  puerta que jamás llegó a abrir.





*De "Epígrafes propios  y ajenos



Foto de Hana Bouchard

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