martes, 11 de noviembre de 2014

Jesus Giraldo 

    1.   Foto enviada por Hana Bouchard

       

      EL SOLTERO

No sé si alguna vez habrán oído la expresión “ten cuidado con lo que deseas no vaya a ser que se cumpla”. Quizás al protagonista del relato que a continuación le expondré le hubiera venido bien que alguien se lo hubiese dicho en alguna ocasión. Ya sin más dilación os presentaré al sujeto en cuestión.
El protagonista de este relato se llama Germán. Germán es un chico joven que acaba de mudarse a una nueva ciudad por motivos laborales. Afortunadamente para él, en esa misma ciudad, vive un amigo de la infancia el cual estaba buscando compañero de piso, por lo que le ofreció vivir con él.
Es viernes por la mañana y German acaba de llegar a la nueva ciudad. Después de preguntar a varias personas, al fin da con la dirección de su nuevo domicilio. Nada más entrar, German se fija en la fachada de la entrada del edificio, nada lujoso pero muy acogedor. El apartamento se encuentra en la última planta y no tiene ascensor. El nuevo inquilino mira a través del hueco de las escaleras hacia arriba y, tras unos segundos observando la distancia, se decide a subir con su cargada maleta.
Ya estando en frente de la puerta, Germán saca la llave de su bolsillo y abre la puerta. Lo primero que nota nada más entrar es un profundo olor a humedad. Germán es una persona extremadamente limpia y ordenada y esto no le produce precisamente comodidad. Una vez dentro, éste comienza a inspeccionar la casa, habitación por habitación. El salón se presenta pequeño. Un sofá de tres plazas con una mesita de cristal al frente y un televisor. En las pareces varios cuadros, uno de ellos llama la atención de German. Se trata del retrato de una joven mujer con un pequeño gato en sus brazos, su rostro delata que alguna extraña enfermedad tuvo que padecer la modelo ya que presenta claros síntomas de fatiga, muchas ojeras y los ojos notablemente abiertos que dan la sensación de estar observándote sea cual sea la posición que ocupes en el salón. A Germán ciertamente le produce rechazo pero piensa que quizás se trate de alguien importante para su amigo, así que no comentaría sus impresiones sobre el cuadro bajo ningún concepto.
German siguió inspeccionando la casa y se adentró al pasillo en dirección a las habitaciones restantes.
Lo primero que se encontraría seria el baño, muy pequeño pero al menos estaba limpio. La siguiente habitación era la de su amigo. Un simple vistazo desde la puerta era suficiente para darse cuenta que no debía ser un tipo muy ordenado. Y al final del pasillo, su nueva habitación.
German entró y se descargó al fin de su enorme carga. Una cama, una pequeña mesa en su cabecera, un armario empotrado y un pequeño escritorio en un rincón del cuarto. El joven pensó que era más que suficiente para comenzar en la nueva ciudad. Tras unos segundos descansando a los pies de la cama, el nuevo inquilino mira su reloj.
German: Vaya ya son casi las 11. Había olvidado que tengo que firmar el nuevo contrato. Bueno, será mejor que de prisa o no llegaré.
German sale apresuradme de la casa y se dirige a la oficina de su jefe a firmar el contrato que le vinculará a su nueva empresa.
Unas horas más tarde…
German llega a la casa tras realizar las gestiones. Éste había acordado encontrarse con su amigo en la casa esa noche pero German encuentra una nota en la mesa del salón escrita por su amigo. La nota dice así:
Hola Germán, ya he visto que has dejado tus cosas en tu habitación. Había pensado invitarte esta noche a cenar para celebrar tu primer día en la casa, pero desgraciadamente mis padres me han obligado a ir a visitarlos este fin de semana. En fin, El lunes a primera hora llegaré a la casa. Por cierto, ya me ha contado tu hermano que estás buscando novia. No te preocupes, en esta ciudad hay muchas chicas. Un abrazo.
German: Ya, tengo 25 años y soy un auténtico fracaso con las mujeres. Si esta ciudad soluciona mi problema juro quedarme aquí de por vida.
Y tras este pensamiento en voz alta, German se dirige a su habitación para deshacer el equipaje. Pero una vez que entra, sorprendido observa que toda su ropa está completamente ordenada. Los pantalones y camisas aparecen perfectamente organizados en sus perchas dentro del armario. Los zapatos bajo la cama par con par y la ropa interior perfectamente acomodada en los cajones.
Germán: Que tipo más raro, no es capaz de ordenar sus cosas pero en cambio es capaz de ordenar las mías. En fin, supongo que será su forma de darme la bienvenida.
Instantes después Germán se encuentra cenando en el salón. Pero tras unos minutos en la soledad de la casa, éste comienza a sentirse observado. Cada vez con más frecuencia Germán levanta la mirada del plato y la centra a su alrededor. No ve nada pero siente que alguien le observa. Y de repente, algo llama su atención tras la puerta del pasillo. Ésta está cerrada pero el cristal opaco que se encuentra en el centro de dicha puerta deja ver la silueta de alguien al otro lado.
Germán se levanta de la silla de inmediato y queda estupefacto ante esa visión.
Germán: ¿Quién anda ahí?, ¿Eres tú?
Inmediatamente después de que Germán hiciera estas preguntas, la silueta desaparece de la puerta.
La situación hora se presenta algo violenta, pues, Germán teme que alguien se encuentre dentro del apartamento. Pero el joven aunque asustado, se arma de valor y se adentra en el pasillo.
Comienza a encender todas las luces que va encontrando en su camino. Sus paso, aunque lentos, avanzan firmes.
Germán: Nada en el baño, nada en esta habitación…
Y finalmente, su habitación. Germán entra y enciende la luz.
Germán: Nada, aquí no hay nade. Estoy un poco paranoico.
Y justo en ese instante, el contrariado inquilino comienza a notar algo que no debería estar sucediendo. De repente, Germán fija ahora su atención en el sonido de la televisión que le llega del salón.
Germán: No puede ser, me estoy volviendo loco o juraría que alguien está cambiando de canal ahora mismo.
Germán se presenta ahora totalmente inmóvil en el interior de la habitación, temiendo incluso hacer ruido y llamar la atención de aquel quien sea que está utilizando el mando a distancia.
Tras unos segundos de dudas, Germán por fin recupera de nuevo la valentía y se dirige esta vez a paso ligero hacia el salón.
Germán: Oye no trates de esconderte, sé que estas…
Pero en el salón no hay nadie. Absolutamente nadie, es más, el canal sigue siendo el mismo que él estaba viendo antes de levantarse.
Germán: Tranquilicémonos. Creo que el cambio de casa me está afectado más de la cuenta. Cenaré y me acostaré. Seguro que solo es cansancio.
Y así hizo. Cuando acabó la cena apagó las luces y se fue directo a su nueva habitación. Ya en la oscuridad del cuarto, German empezó a darle vueltas a los extraños acontecimientos que había vivido y comenzó a sentirse algo incómodo. Así que decidió escuchar la radio mientras conciliaba el sueño.
Voz de la radio: Esta misma noche se ha denunciado en nuestra ciudad la desaparición de una joven mujer. El principal sospechoso es un chico, dos años mayor que ella y que desde hace varios meses mantenían una relación de amor. En otro orden de cosas, anoche apareció muerto un anciano en la Pensión Familia Martín, al parecer…
German: Vaya, uno aquí tratando de relajarse para poder dormir y vaya con las noticias.
Inmediatamente Germán cambia de canal hasta que finalmente encuentra una emisora en la que está sonando la balada November Rain, un tema al que recurre mucho cuando alguna chica le da calabazas, hecho que en bastantes ocasiones al pobre Germán le ha tocado sufrir.
German: ¿Será que ninguna chica en este mundo se fijará en mí?
Y sumiéndose en estos pensamientos finalmente se quedó dormido.
Dos horas después, Germán despierta y rápidamente nota que alguien está acostado en la cama y lo está abrazando por la espalda. El shock es inmediato. Su cuerpo, casi sin recibir la orden de su cerebro reacciona e intenta separarse de aquel extraño que lo abraza. Pero sus intentos por separarse son en vano. Además, Germán nota que aquel cuerpo que se encuentra justo tras él, desprende un frio que cala hasta los huesos. Y lo más desconcertante, su aliento, frio y nauseabundo hace indicar que la boca del extraño está justo rozando su oído.
Germán, presa del pánico, apenas logra articular palabra. Sus esfuerzos por separarse no solo son infructuosos sino que pareciera que a cada intento de separarse no consigue sino que su oponente lo apriete con más fuerza. Finalmente Germán, exhausto, decide rendirse.
Tras unos segundos en los que necesitó tomar aire, el joven asustado, una vez más se armó del suficiente valor para atreverse a decir algo.
Germán: ¿Quién eres?, ¿Qué quieres de mí?
Pero aquello que fuera que lo apresaba no decía nada.
Entre lágrimas el joven rendido volvió a implorar.
Germán: Por favor, déjame, por favor. Pero… ¿Qué quieres de mí?
Y esta vez aquel ser sí respondió. Una voz metálica de mujer casi en un susurro dio una respuesta.
Voz: A tiiiiii.
Germán: Nooo, por favor…
Fantasma: Germán, ¿Me quieres?
Justo en ese instante, German nota que es soltado y se da la vuelta. Allí, acostada a su lado, con una sonrisa de otro mundo, mirándolo fijamente, encuentra a la chica del retrato del salón. Germán puede observar que su cuerpo flota en el aire y que, semitransparente puede ver el resto de la habitación que hay tras ella.
En un último intento desesperado por escapar, German intenta salir de la habitación pero la puerta se cierra. Éste, desesperado, se aferra al picaporte pero la puerta no cede. German se da la vuelta y ve al espectro dirigirse hacia él.
Fantasma: Ven conmigo, amor mío.
German esquiva al fantasma de la mujer con tan mala suerte que se precipita por la ventana y cae en la acera.
Una pareja de adolescente que pasaba por allí, alertada por el ruido se acerca al lugar donde yace moribundo Germán.
Chico: Madre mía, este tío se ha tirado desde allá arriba.
Chica: Dios mío, llamemos a la policía.
Y mientras todo esto sucede pueden imaginarse la escena que viene a continuación. El silencio de la noche roto por sirenas de ambulancias y policías. Algunas luces de los edificios contiguos se van encendiendo, señal inequívoca de que la función pronto va a empezar a ganar en audiencia. Y un detalle más, desde la ventana de la habitación de Germán, sale una melodía, es un solo de guitarra de Slash, es la balada November Rain.
Muchas veces dirigimos todos nuestros sentidos hacia aquello que deseamos tener. Pero en ocasiones no nos paramos en pensar si actuar de este modo tiene algún sentido.

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