Soy una araña como las demás pero un día algo sobrenaturalmente irreal me pasó. Mientras telarañaba, un chico de cinco años me agarró con un cazaarañas y me puso en un pequeño tarro en acero inacidable.
Algunos
minutos más tarde, me desperté y vi a este “diablillo” haciendo
lo mismo a una “mosca”.
Los
días pasaban. Seguro que el muchacho quería que nosotras lucháramos
hasta la muerte, igual que las “peleas de mujeres”. Por ello nos
puso en botes distintos y nos alimentó para que tuviéramos la
energía más que suficiente para destrozarnos mutuamente.
Como
seguíamos sin luchar nos trasladó a un acuario con distintas armas
por él concebidas para esta pugna gladiatoria. Pero nosotras
seguíamos cada una con lo nuestro, yo anidada en un rincón y ella
agachada con las alas abajadas y así durmió.
Cabreado
se puso el chico que con la furia, rompió el cristal acuariano y nos
excarceló, pero no sabía que nosotras éramos hijas mutantes
de Zebub y Sospquazine
y entonces
alcanzamos un tamaño tal e idóneo como para devorarlo. Y lo
hicimos, lo dividimos por la mitad….uno sabe que cuando no se come
lo suficiente agarra la primera cosa que esté a mano y fue lo que
hicimos…
Desde
ese día nos hicimos amigas y nos casamos …. Pero ésa es otra
historia
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