EMI RODRIGUEZ
algún cofre que se abra frecuentemente
su negra tapa como unas alas,
triunfantes, sobre los pináculos de los palios,
de los grandiosos funerales de su familia
-algún sepulcro, remoto, solitario,
contra cuya tapa ella ha tirado
muchas piedras distraídas en su niñez-.
Alguna tumba de cuya chirriante puerta
ella no pueda forzar nunca más un eco,
temblando al pensar, ¡pobre niña de pecado!,
que eran los muertos que gemían dentro. “(Fragmento
de "La durmiente de Allan Poe")
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