lunes, 15 de octubre de 2018

Paco De Asís Granados Mellado

                                                       

                                               
                                                               MUERTE DE UN ANGEL

Mónica era una niña de diez años alegre, simpática, divertida y llena de vida. Su madre la llamaba mi pequeño Ángel, quizás porque tenía un rostro angelical, una sonrisa llena de ternura y una mirada dulce. Podría ser amor de madre, pero no, allí donde fuera Mónica trasmitía alegría y paz. Un día como otro cualquiera, Sara la madre de Mónica, la llevó al colegio como siempre, pero Sara no sabía que ese sería el último día que vería a su pequeño Ángel. Sara llegó tarde a recogerla a causa del trabajo. Mónica no estaba donde solía esperarla y Sara entró al colegio y preguntó a su profesora por ella, pero esta le dijo que había salido con los demás compañeros como todos los días a esperar a sus padres. Sara empezó a ponerse nerviosa y salió corriendo hacia la calle pero seguía sin verla. Buscó por tiendas, portales, parques cercanos, pero nadie la había visto. Cogió su coche y comenzó a buscarla por todos lados. Volvió a su casa pensando que se pudiera haber marchado con alguna amiga. Pero al llegar a casa allí no estaba Mónica. Miró en su cuarto, y no había rastro de ella. Sara estaba desesperada, y comenzó a llamar a todas las madres del colegio, pero ninguna sabía nada. Sara se derrumbó y decidió llamar a su madre para contarle lo sucedido. Sara no tenía mucho apoyo, pues su madre vivía a 500km de distancia y su marido hacía dos años que había muerto en un accidente de trabajo. Llamó a la policía y respondió a la llamada Juan, el inspector de policía que intentó tranquilizarla para que no se preocupara. A lo mejor se había marchado con alguna amiga. Sara interrumpió a Juan y con voz temblorosa contestó que no, pues Mónica jamás se iba sin decirle a su madre donde iba y descartaba que se hubiera ido con alguna amiga, pues ya había buscado y preguntado por todos lados. El inspector colgó el teléfono y se fue directo hacia la casa de Sara. Al llegar a la casa, Sara le abrió la puerta bastante compungida. Comenzó a preguntarle para ver si podía tirar de algún hilo para encontrarla. Habían pasado diez horas desde que Mónica desapareció y Juan estaba organizando un grupo de personas para empezar a buscarla.  Sara empezó a tomarse tranquilizantes que el médico le había recetado para que pudiera dormir algo. Era una medicación muy fuerte y no tardó mucho en dormirse. Comenzó a tener sueños extraños. Veía a su marido consolándola y diciéndole que estuviera tranquila, pues Mónica estaba bien y él la estaba cuidando. Pudo ver a su hija acercándose hacia ella y dándole un beso. Rápidamente despertó de aquel sueño algo nerviosa. Al bajar al salón allí se encontraba Juan el inspector con el grupo de personas que saldrían a buscar a Mónica. Comenzaron la búsqueda. Estuvieron buscando durante horas, pero no encontraban a Mónica. Cerca de allí había un pequeño bosque, y cuando ya llevaban varios kilómetros andando vieron una vieja cabaña que parecía estar abandonada.



Juan y un par de hombres decidieron entrar. Estaba todo derrumbado, parecía no haber nadie. Al salir de la cabaña escucharon un golpe que provenía del suelo. Se volvieron para mirar a ver si había una trampilla que los llevara a algún sótano. De pronto Juan encontró en el suelo una especie de aro, al tirar de el se abrió una compuerta. Había unas escaleras que llevaban a algún lugar. Al bajar se quedaron impactados, pues las paredes estaban llenas de símbolos escritos en sangre. Por el suelo había muchas calaveras y huesos. Parecía como si hubieran hecho un ritual satánico. Al adentrarse más en el lugar, les pareció ver que en el suelo había dos cuerpos sin vida. En el pecho tenían un símbolo tatuado, era la cruz invertida. Al mirar hacia el altar, una luz blanca les deslumbró. Juan corrió hacia la luz, y al acercarse quedó estremecido. Encima del altar se encontraba el cuerpo de Mónica que yacía muerto. Sara estuvo un buen rato esperando noticias de su hija, ya no podía más. Decidió entrar a la cabaña. En ese momento se acercaba Juan, que traía el cuerpo sin vida de su pequeño Ángel. Sara se desmayó al ver aquello. Los otros dos hombres seguían con el registro del sótano y dentro de el, encontraron una video cámara. En ese momento avisaron a Juan de aquello y le hicieron entrega del material que acaban de encontrar. Quién podría haber matado a aquellos hombres y a Mónica…
Juan llegó a comisaría y conectó la cámara al ordenador para ver que podía contener aquel aparato. Al darle al play, lo primero que vio fue a los dos hombres que llevaban a Mónica hacia el altar. Se veía como la ataban de pies y manos. Seguidamente comenzaban a hablar en un lenguaje un tanto difícil de entender. Uno de ellos comenzaba el ritual pronunciando unas palabras, a la vez que apretaba fuertemente el cuello de Mónica hasta asfixiarla y dejarla si vida. Juan lloraba de impotencia, a la vez que seguía viendo las imágenes. En el vídeo se apreciaba como aquellos dos hombres cogían un cuchillo y se disponían a sacarle el corazón a Mónica. De pronto una luz se abalanzó sobre ellos, empujándolos al suelo. De ellos salía un humo negro que se iba desvaneciendo por aquella sala. Aquella luz blanca comenzó a coger forma y se fue transformando en la silueta de un hombre, que se acercaba al cuerpo sin vida de Mónica. Al tocarla otra luz salió de ella. Parecía que el alma de Mónica ya había salido de allí. Las dos luces blancas se juntaron y desaparecieron. cuando de pronto se vio una gran luz blanca que se abalanzo sobre ellos arrojándolos al suelo.
Sara se encontraba en su casa totalmente derrumbada, ya no le encontraba sentido a la vida. Se dirigió hasta su cochera, y cogiendo una cuerda la ató por los extremos de la viga que había y se colocó la soga en su cuello. Ya no podía más… En ese momento dos luces blancas salían del techo parándose en el suelo.





Aquellas luces fueron formando el cuerpo de su hija Mónica. Sara se quedó atónita al ver aquello. Era su hija muerta, la tenía delante. Mónica le habló pidiéndole que no lo hiciera…
“Mamá, no lo hagas, pues Dios no quiere eso para ti. Se fuerte, pronto estaremos juntas, pero si te suicidas jamás podremos volver a vernos. Yo cuidaré de ti, seré tú ángel. Te quiero mamá”
Desde entonces, Mónica se aparece a todas aquellas personas que por algún motivo deciden quitarse la vida e intenta ayudarles y así poder evitar que sean condenados por Satanás. Mónica ahora es un Ángel de Dios

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