En los sombríos calabozos de la calle Celetná, en el centro de Praga, le espera una colección única. Más de 100 objetos expuestos en una superficie de 400 m2, grabados de época, maniquís de cera en los que se muestra con rigor cómo se aplicaban los instrumentos de tortura. A todo lo acompañan efectos de sonido que le harán sentirse como de vuelta al tiempo de la caza de brujas o a los días en que el verdugo cogía el hacha
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