4- LA
SIESTA (Cuento)
Mira al descuido
el ramo en el florero azul. Observa su entorno. se da cuenta que sí es cierto,
el Tiempo se ha marchado y jamás volverá a motivar nuevas salidas de sol.
Camina haciendo malabares por el borde del muro, ése que separa los dos mundos,
el de la realidad, el de cuentas exactas, de fórmulas y de palabras claras y el
otro, el de inquilinato libre, este último, el que le permite una estadía
eterna; este de claroscuros, donde quisiera vivir o hibernar, o mejor será
decirlo, donde quisiera al menos pervivir. En ése, donde los cohabitantes andan
desnudos, exhibiendo collares de cristalitos de jade, dizque para acumular y
dirigir las mejores y afines energías hacia sí. Ésos, esmerados en su candidez,
quienes cuidan jardines de flores nocturnas y estanques de aguas mágicas para
mantener a la insaciable vieja cruel, llamada Doña Ventura Incon Clusa. De ese
mundo depende el equilibrio de sus energías, de su biorritmo. Cada habitante es
hostal y huésped. Mas hoy, como siempre, está triste, como siempre no logra el
punto cero. Su mirada hace languidecer a las flores. Sí, está triste, presiente
que algo se rompe en un lugar oculto del corazón y que la presa contenida por
vidas, arrolla a su paso sus fuerzas y desnuda sus deseos. Hoy, justo hoy, el
parásito de la congoja le anuncia que el Tiempo está cansado de esperar para
dar su salto. Sus días están contados. Pronto se va y aún no obtiene respuesta
sobre cómo hacen los que viven allá afuera, en ese patio, el de esa planada, el
del final del valle. Sí, en ese lugar todos van cargados de tanto equipaje,
tanto que en sus rostros se dibuja el agotamiento. ¡Qué gesto el de sus labios
y el del entrecejo! Todos exhiben esa mueca que indica que hay dolor, o
tristeza, o ira. Quieren caminar erguidos pero el gran peso que llevan les ha deformado
la espalda y ahora es genético ese lomo en forma de coma. Debido a esa fealdad
del cuerpo, ese sitio fue bautizado La Joroba. Los nativos, los jorobalinos, se ufanan
de su pose arrodillada que les permite lamer las huellas de otros e ignorar
mundos, mas a pesar de ese rostro agobiado, todos tienen tatuada una sonrisa o
quizás sea un sarcasmo. A su manera aman y disfrutan los amaneceres y las
puestas de Sol. Está de muerte. Cada instante que transcurre es como asistir a
su deceso, se mira muerta, escucha el aleteo cercano de las carroñeras, cree
que son los ventiladores de una habitación en algún lugar de su trópico amado.
Sueña algún último estío. Cómo quisiera estar en La Joroba, ser una jorobalina
más y cargar toneladas de penas pero sonreír; ser deforme pero yacer sobre el
césped en compañía del beso tibio de la tarde despidiendo al día y, dándole la
bienvenida a la Noche
celestina. Los habitantes de La
Joroba han sido llamados despectivamente, genuflexos, pero ya
quisiera ella ser uno más de ese pueblo y olvidarse del código de barras que le
aplicaron con láser detrás de la oreja izquierda. Después de marcada, la
dejaron sola en ese filo, en hamaqueo de indecisiones, siempre mirando hacia
dos mundos y jamás habitando ninguno. Muy de cerca le coquetea La Pelona, al punto que,
inmiscuída en su buzón, le deja mensajes íntimos, invitándola a seguirla con la
promesa de hacerla habitante, no solo de esos dos mundos que vislumbra, sino de
todos los que existen y que aún no presiente. Ya le tiende la mano, y ella, ya
quiere asirse a esa guadaña pero no alcanza a decir sí... la ternura de los
juegos y cantos de un hermoso niño la despiertan de golpe, de esa forma se da
cuenta que han transcurrido unos minutos de la siesta. No, no era la siesta!
Está tendida debajo de un arbusto de borrachero*... ¡se nos va! ¡se nos va...!
es el grito de todos.
Ana Lucía
Montoya Rendón
*Datura arbórea:
Se cultiva como
planta ornamental en jardines e invernaderos. Las especies del género
Brugmansia tienen propiedades alucinógenas y han sido utilizadas en el Viejo y
Nuevo Mundo desde muy antiguo con fines medicinales, ceremoniales y religiosos.
Los indios sudamericanos las empleaban en sus ceremonias religiosas y como
drogas psicotrópicas. Durante la Edad Media
muchos de los brebajes utilizados para la brujería contenían extractos de estas
plantas. Brugmansia arborea también se ha utilizado contra el asma en forma de
cigarrillos y, en uso externo, como antirreumático. Hoy, la delincuencia común
la utiliza para doblegar a sus víctimas, en robos, violaciones, atracos y demás
delitos.
DARK
Con traje negro
luzco collar anémico de flacos glóbulos
sonrisa azul de camposanto
paseo en compañía de sombras jocosas
tejedoras de chales con cabelleras del miedo
danzo con el llanto triste de los niños
me solazo en lecho de madera
cajón del amaneceres largos
debajo de oscuros cortinajes
mis ensueños
frente al horror de la estaca de madera
Ana
Luci/
fera
(Ana Lucía Montoya Rendón)
Haciendo presencia por esta vía oscura!
ResponderEliminarExcelente narrativa y poema Ana Lucía. Felicidades.
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