sábado, 8 de octubre de 2016

Vicente S. Vachss



VAGABUNDO






Los rayos de la luna llena iluminaban las calles de Georgetown, las farolas 

se confundían con las luces de los portales; y las decoraciones de la Víspera de Todos los Santos. Un grupo de niños recorrían N. Street disfrazados de fantasmas, de brujas y de esqueletos. Era una estampa plácida y tranquila de la vieja América.
Toby, el vagabundo, paseaba inquieto arriba y abajo por las estrechas callejuelas. Desde la noche anterior al día de Halloween había estado agitado e irritable con frecuencia, y se sentía físicamente enfermo… Una adolescente pasó trotando por la calle, y él se volvió hacia ella, torciendo el labio en un gruñido audible. Había estado triste y temeroso todo el mes, pero nunca tan intranquilo como ahora. Blancos rayos de luna penetraron a través de las nubes, y él levantó la cabeza, dejando que la envolviese la fría luz de la luna llena.
Por fin se tumbó en un jergón de cartones, pero no pudo dormir. Le dolía todo el cuerpo y tenía confusa la mente. De pronto se incorporó, y este movimiento le arrancó un gemido de dolor. Gritó y rodó del jergón al suelo.
Al tratar de levantarse, descubrió que había quedado inválido. Descargó inútiles patadas contra el suelo, mientras intentaba agarrarse a algo para levantarse. Los dedos no le obedecían. Chillando de angustia, se arrastró por el suelo hasta detenerse en el charco de lechosa luz de luna proyectado a través de las nubes.
Aquella luz pareció calmarlo y llamarlo al mismo tiempo. La luna llena, un perfecto círculo brillante, lo miró entre jirones de nubes, y él empezó a comprender la causa de su impotencia. El ojo redondo de la luna ―y la hilera de resplandecientes calabazas en los portales―, titilaban alegremente, pareciendo burlarse de su desdicha.
Y así, con la vista fija en lo alto, sin poder hacer otra cosa que aceptar su naturaleza. Toby experimentó el comienzo de su transformación: La piel se rajó y se desprendió de sus brazos y su cara. La roja carne viva desapareció enseguida bajo una tosca capa de pelos de color castaño. Fuertes y afilados colmillos brotaron de sus encías, mientras la cara se contraía por el terrible dolor. Trató de frotarse los ojos con las manos, pero estos apéndices habían desaparecido, sustituidos por unas zarpas rematadas en unas uñas curvas y malignamente afiladas.
Cuando los rayos plateados alcanzaron el cuerpo dolorido y retorcido del vagabundo; Toby completó su transformación. El hombre lobo alzó la voz a la luna, en un largo y vibrante aullido.
Poco a poco, como un fantasma gris, el gran lobo empezó a trotar por las calles, adquiriendo velocidad a medida que recobraba su conciencia…
y el recuerdo del placer de la caza.
Unos niños con máscaras de papel de seda, miraron con ojos festivos a su curioso perseguidor.
Hola, señor… ―saludo uno de ellos― precioso gruñido, muy bonito… de lo más real que haya oído.
Y su máscara ―dijo otro― está perfectamente hecha…
El hombre lobo ganó altura y agarró la cabeza de un niño sin importarle cómo lo iba a destrozar entre sus afiladas garras. Al soltarlo, el cuerpo se desplomó inerte, mientras los otros niños abandonaban la calle gritando. Los gritos eran estridentes y bellos. Era un himno a la gloria de la luna y al poder de sus hijos.
Pero, sobre todo, era un canto de muerte.

Inspirado en la historieta de cómic «Change… Into Something Comfortable» del guionista y dibujante Richard Corben.
Ilustración «Werewolf»
Contacto: www. ibroid.deviantart.com

3 comentarios:

  1. Hola Diego Clock, ver mi relato en tal ilustre blog de terror, es una experiencia muy gratificante. Que los gritos y las pesadillas no paren de surgir. Un saludo grande.

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  2. Gran relato, dotado de una cautivadora oscuridad sepulcral... Notable colaboración.

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  3. Gran relato, dotado de una cautivadora oscuridad sepulcral... Notable colaboración.

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